**Casa AYA: A Journey of Healing and Creation in Northern Peru** 

In the midst of the global pandemic, our family found ourselves relocating to the serene northern coast of Peru, settling in Vichayito, a place that quickly captured our hearts. My husband, a proud Peruvian, and I already felt a strong connection to this land, having spent seven years here with our children. They have spent more than half their lives in Peru and regard themselves as Peruvian through and through. The north, with its breathtaking beaches and rugged outdoors, became their playground, a place where they could surf and explore the natural beauty that defines their roots. 

Through my husband’s business partner, who owned a house in Vichayito, we started building connections with the local community. Our children instantly fell in love with the beautiful landscape, and the area became more than just a temporary home; it felt like our future. Within two years, we had purchased our own piece of paradise, ready to create something unique that would root us in Peru forever. Seven years prior, we had moved from Los Angeles to Peru for my husband’s work with Agrovision in Olmos, where he worked in the blueberry industry. The vibrant culture, rich history, and traditions of Peru mesmerized me—from the Festival de la Candelaria to the mystical jungles and towering mountains. Despite my love for our new life, I found myself longing for my work as a photographer, a passion that had once flourished in Los Angeles. Peru was a new chapter, one that both enriched and challenged me.

Seeking direction and healing, I found myself at a small retreat in the Amazon, where I experienced ayahuasca for the first time. Surrounded by nature and guided by two experienced shamans, I joined a group of eight others in a deeply transformative journey. The experience was organic, magical, and healing. It reawakened parts of me that had been dormant and clarified a vision I’d been holding onto for years: building a retreat space to help others find balance and healing. The mother goddess, Ayahuasca, spoke to me during my final ceremony, urging me to create a sanctuary where others could experience the same profound healing. With that guidance, I knew my path was to build Casa AYA. 

Together with our brilliant architect, Andrés Muñoz, I began to design what would become Casa AYA. Equipped with nothing more than some chicken-scratch sketches and a clear vision, I worked closely with Andrés, who may have thought I was a bit of a "crazy gringa." But I knew exactly what I wanted—a house that blended beautifully with the natural landscape, a space that would feel both grounding and elevated. Casa AYA became a breathtaking 800-square-meter home overlooking the ocean, complete with 3-meter-high ceilings and floor-to-ceiling windows. The beds are raised not only as a nod to my English heritage but so guests can witness the majestic sight of whales breaching in the distance from the comfort of their beds. 

Every detail was intentional. Amethysts embedded in the entrance walls offer protection, while citrine stones upstairs bring calming energy to the space. Our vision for Casa AYA included a sanctuary for the mind, body, and soul. The home features a dedicated room for workouts, massages, and meditation, as well as an expansive deck perfect for stretching, exercising, or simply taking in the serene surroundings. We lived in the house for a year after its completion, making sure that each corner received the final touches of love and attention. Casa AYA is more than just a retreat; it is a boutique sanctuary. Whether for family gatherings, friends, or couples, it offers a tranquil space to connect with nature and oneself. We regularly cleanse the space with jungle herbs used by shamans, and our offerings include a range of holistic treatments, from bodywork and breath classes to cacao ceremonies.

Guests can enjoy a carefully curated diet that combines healthy eating with northern Peruvian cuisine. Casa AYA is the culmination of a journey that brought us closer to Peru, to ourselves, and to each other. Our family’s roots are now embedded here forever. Casa AYA stands as a place of healing, love, and beauty—ready to welcome those seeking a moment of peace in an ever-busy world.

Casa AYA: Un Viaje de Sanación y Creación en el Norte de Perú

En medio de la pandemia global, nuestra familia se encontró trasladándose a la serena costa norte de Perú, estableciéndose en Vichayito, un lugar que rápidamente capturó nuestros corazones. Mi esposo, un orgulloso peruano, y yo ya sentíamos una conexión profunda con esta tierra, habiendo pasado siete años aquí con nuestros hijos. Ellos han pasado más de la mitad de sus vidas en Perú y se consideran peruanos de pleno derecho. El norte, con sus playas impresionantes y su naturaleza indómita, se convirtió en su patio de recreo, un lugar donde podían surfear y explorar la belleza natural que define sus raíces.

A través de un socio comercial que tenía una casa en Vichayito, comenzamos a establecer relaciones dentro de la comunidad local. Nuestros hijos se enamoraron instantáneamente del hermoso paisaje, y el área se convirtió en algo más que un hogar temporal; sentíamos que era nuestro futuro. En dos años, habíamos comprado nuestro propio pedazo de paraíso, listos para crear algo único que nos anclara en Perú para siempre.

Siete años antes, habíamos dejado Los Ángeles para mudarnos a Perú por motivos de trabajo. La cultura vibrante, la rica historia y las tradiciones de Perú me cautivaron, desde el Festival de la Candelaria hasta las selvas místicas y las montañas imponentes. A pesar de mi amor por nuestra nueva vida, extrañaba mi trabajo como fotógrafa, una pasión que había florecido en Los Ángeles. Perú era un nuevo capítulo, uno que me enriqueció y me desafió a partes iguales.

Buscando dirección y sanación, me encontré en un pequeño retiro en el Amazonas, donde experimenté la ayahuasca por primera vez. Rodeada de naturaleza y guiada por dos chamanes experimentados, me uní a un grupo de ocho personas en un viaje profundamente transformador. La experiencia fue orgánica, mágica y sanadora. Despertó partes de mí que estaban dormidas y aclaró una visión que había tenido durante años: construir un espacio de retiro para ayudar a otros a encontrar equilibrio y sanación.

Durante mi última ceremonia, la madre diosa, Ayahuasca, me habló, instándome a crear un santuario donde otros pudieran experimentar la misma sanación profunda. Con esa guía, supe que mi camino era construir Casa AYA.

Junto con un brillante arquitecto, comencé a diseñar lo que se convertiría en Casa AYA. Con nada más que algunos bocetos garabateados y una visión clara, trabajé estrechamente con el arquitecto, quien puede haber pensado que yo era una "gringa loca." Pero yo sabía exactamente lo que quería: una casa que se mezclara maravillosamente con el paisaje natural, un espacio que se sintiera a la vez acogedor y elevado.

Casa AYA se convirtió en una impresionante casa de 800 metros cuadrados con vistas al océano, con techos de 3 metros de altura y ventanas de piso a techo. Las camas están elevadas, no solo como un guiño a mi herencia inglesa, sino también para que los huéspedes puedan presenciar la majestuosidad de las ballenas saltando en la distancia desde la comodidad de sus camas. Cada detalle fue intencional. Las amatistas incrustadas en las paredes de la entrada ofrecen protección, mientras que las piedras de citrino en el piso superior aportan una energía calmante al espacio.

Nuestra visión para Casa AYA incluía un santuario para la mente, el cuerpo y el alma. La casa cuenta con una sala dedicada para hacer ejercicio, masajes y meditación, así como una amplia terraza ideal para estiramientos, ejercicios o simplemente para disfrutar de la serenidad del entorno. Vivimos en la casa durante un año después de su finalización, asegurándonos de que cada rincón recibiera el toque final de amor y atención.

Casa AYA es más que un retiro; es un santuario boutique. Ya sea para reuniones familiares, amigos o parejas, ofrece un espacio tranquilo para conectarse con la naturaleza y con uno mismo. Limpiamos regularmente el espacio con hierbas de la selva utilizadas por chamanes, y nuestras ofertas incluyen una variedad de tratamientos holísticos, desde trabajo corporal y clases de respiración hasta ceremonias de cacao. Los huéspedes pueden disfrutar de una dieta cuidadosamente seleccionada que combina alimentación saludable con la cocina del norte de Perú.

Casa AYA es la culminación de un viaje que nos acercó a Perú, a nosotros mismos y entre nosotros. Las raíces de nuestra familia están ahora arraigadas aquí para siempre. Casa AYA se alza como un lugar de sanación, amor y belleza, lista para dar la bienvenida a aquellos que buscan un momento de paz en un mundo cada vez más ocupado.